miércoles, 25 de febrero de 2009

PROMETEO

De Prometeo nos hablan cuatro leyendas. Según la primera, lo amarraron al Caucazo por haber dado a conocer a los hombres los secretos divinos, y los dioses enviaron numerosas águilas a devorar su hígado, en continua renovación. De acuerdo con la segunda, Prometeo,
deshecho por el dolor que le producían los picos desgarradores,
se fue empotrando en la roca hasta llegar a fundirse con ella. Conforme a la tercera, su traición paso al olvido con el correr de los siglos.
Los dioses lo olvidaron, las águilas, lo olvidaron, el mismo se olvidó. Con arreglo a la cuarta, todos se aburrieron de esa historia absurda.
Se aburrieron los dioses, se aburrieron las águilas y la herida se cerró de tedio. Solo permaneció el inexplicable peñasco. La leyenda pretende descifrar lo indescifrable. Como surgida de una verdad, tiene que remontarse a lo indescifrable.


Franz Kafka

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